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EL AYUNO Y LA ALIMENTACIÓN… ¡QUÉ PARADOJA!

¿Qué tal chicxs? Como podéis ver, el tema del ayuno intermitente ha dado para mucho… Si todavía no habéis leído las publicaciones anteriores os recomiendo que primero os paséis por allí para poder seguir el hilo. Una vez dicho esto, os resumo un poco el tema globalmente:

El ayuno es una condición metabólica que presenta varias fases y que, algunas personas que realizan cierto tipo de ejercicio físico, usa como herramienta para conseguir determinados objetivos. Esto no quiere decir que exista un patrón para esta práctica ni que sea beneficiosa para todo el mundo. Como habréis leído en la anterior publicación, cada persona tiene determinadas condiciones metabólicas y los resultados no serían los mismos para todos. Además, como ya sabéis, el ayuno tiene distintas fases, no siendo todas ellas beneficiosas para el organismo.

Una vez dicho esto, vamos a adentrarnos en una de las preguntas realizadas por una lectora:

¿Que suplementación alimenticia es recomendable usar cuando se realiza esta práctica?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que esta práctica, es decir, el ayuno intermitente se fundamenta en no ingerir alimentos o en ingerir ciertos alimentos que no tengan aporte calórico, en un determinado período de tiempo, 14-16h, por lo que no tendría sentido hablar de alimentos que beneficien la autofagia (proceso metabólico que se busca y se favorece con el ayuno intermitente). Lo fundamental para que la autofagia sea efectiva es el ejercicio físico intenso y el ayuno intermitente.

La alimentación durante el ayuno intermitente se usa precisamente para romper ese ayuno y esto se explica en la publicación anterior. Como se comenta, la primera comida después del ayuno, es decir, la comida con la que se rompe el ayuno es la más importante, ya que después de 14-16h sin haber ingerido nada hay varios factores que se modifican en el organismo y que haya que tener en cuenta para que la ingestión de nutrientes no sea demasiado brusca para el organismo.

En cuanto a la suplementación, no es fundamental para esta práctica. Se supone que el metabolismo entra en fase de ayuno y pone en marcha la autofagia, degradando a través de varios procesos metabólicos las reservas del organismo. De este modo, se obtienen los monómeros constituyentes de las biomoléculas más importantes y otros tipos de compuestos para la obtención de energía. Es por ello que debería ser suficiente con la comida que se ingiere durante las horas que no son de ayuno. Siempre que estas comidas no supongan ni un exceso ni un déficit de importe calórico, deberían ser suficiente para la correcta realización de esta práctica.

Para lxs más curiosxs, hoy no traigo un dato bioquímico, sino que como ya llevamos unas cuantas publicaciones y creo que ya os estáis adentrando en el apasionante mundo de la bioquímica, os planteo una pregunta: Hemos estado hablando de los posibles beneficios que puede tener una práctica de ayuno intermitente para determinados deportistas y los procesos metabólicos que se llevan a cabo en el organismo con esta práctica. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce… ¿algún/a curiosx podría explicar las bases metabólicas de un ayuno prolongado o llevado al extremo?

Para finalizar con esta publicación, queremos volver a hacer hincapié en que las prácticas que tienen que ver con modificaciones de las condiciones metabólicas del organismo deben ser analizadas y seguidas por profesionales y personas con conocimiento sobre el metabolismo, ya que este no es igual para todos y, por lo tanto, estas herramientas no pueden ser aplicadas de la misma manera para todos los individuos. Es importante saber que un ayuno prolongado o un ayuno intermitente usado durante un largo período de tiempo puede llegar a ser perjudicial para el organismo e incluso llevar a una condición de enfermedad.

Como ya sabéis, la química y la bioquímica son herramientas indispensables para poder dar una explicación científica a este tipo de prácticas y a los distintos resultados que se pueden obtener. ¡No dejéis de ser curiosxs y de usar la bioquímica día tras día! Os sorprendería la cantidad de dudas que es capaz de resolver…

Manuela Giraldo Acosta

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AYUNO INTERMITENTE Y EJERCICIO FÍSICO PARTE II

En la publicación anterior “Ejercicio físico y metabolismo: ayuno intermitente y autofagia” hubo una lectora que en un comentario nos planteó dos cuestiones:


¿Cuál es la mejor manera de romper el ayuno intermitente, es decir, cuál debe ser la primera comida después de un ayuno de 14-16h?


Suplementación alimenticia.


Como en Transforma-T nos encanta que seáis participantes activos y nos encanta la ciencia, vamos a intentar resolver estas dos cuestiones desde el punto de vista metabólico y bioquímico. ¡Allá vamos!

Durante el ayuno se producen cambios fisiológicos que varían según las reservas energéticas del individuo y con la duración del ayuno.
Cuando el ser humano recibe un aporte calórico normal, las principales biomoléculas (glúcidos, lípidos y proteínas) son asimilados de distinta forma en nuestro aparato digestivo y transportados a través de la sangre. Estas biomoléculas derivan en un proceso único, el ciclo de Krebs, mediante el cual se transforman en la energía necesaria para nuestro organismo.

¿Qué ocurre cuando no hay aporte calórico, es decir, en una sustracción de ayuno? El organismo cuenta con unas reservas que moviliza hacia el ciclo de Krebs para seguir obteniendo la energía necesaria.


Estas »reservas» se componen de: (tomamos referencias de un hombre de 70 kg y 1’70m, estos valores varían según altura, peso y sexo de la persona)

  • Glúcidos: duran unas 24 horas.
  • Lípidos: son la reserva más importante y duran unos 40 días. Es la principal fuente de energía en procesos de ayuno, debido a sus “ventajas energéticas” respecto a las otras dos.
  • Proteínas: en menor cantidad que las anteriores y apenas se consumen.
    Bioquímica del ayuno prolongado (más de 20h-días):
    La glucemia decrece en el ayuno y entramos en una primera fase en la que el combustible principal son los glúcidos. Primero se consume la glucosa circulante y posteriormente el glucógeno hepático y muscular.
    Se intensifica la gluconeogénesis (biosíntesis de glucosa) y la glucosa obtenida se dirige principalmente al sistema nervioso central (SNC). Tendremos también una mayor activación del sistema nervioso simpático que resulta en una mayor liberación de catecolaminas (adrenalina, noradrenalina).
    Se producen también cambios en los niveles de insulina y glucagón. Cuando la glucemia disminuye, los niveles de insulina bajan y las células del páncreas comienzan a liberar glucagón. Estos cambios producen la degradación de glucógeno hepático y la síntesis de glucosa por gluconeogénesis.

Es mediante este mecanismo como el organismo mantiene los niveles de glucemia durante el ayuno.
Esta estimulación de la gluconeogénesis produce la liberación de lactato, aminoácidos y glicerol, que son las principales fuentes de carbono para que se de este proceso.


Se activan por tanto las enzimas piruvato quinasa, fosfofructoquinasa-1 y glucoquinasa, así como las enzimas exclusivas de la gluconeogénesis: piruvato carboxilasa, fosfoenolpiruvato carboxiquinasa, fructosa-1,6-bifosfatasa y glucosa-6-fosfatasa.

En cuanto a las proteínas, se liberan los aminoácidos alanina y glutamina, a partir de los cuales se forman el alfa-cetoglutarato y el glutamato. Se libera el grupo amino al ciclo de la urea y se forma piruvato que va destinado a la gluconeogénesis.

En la segunda fase del ayuno el organismo entra en hipoglucemia y se empiezan a consumir los lípidos, concretamente los triglicéridos (TAGS) que es la forma de almacenamiento de estos lípidos, dando lugar a ácidos grasos y glicerol a través de la B-oxidación.


De la degradación de estos TAGS se produce acetilCoA y, a partir de este, cuerpos cetónicos, usados por el cerebro para la obtención de energía.
En esta segunda fase se da también un sistema compensatorio en el hipotálamo y se liberan:

  • Hormona de crecimiento (GH): impide el uso de la glucosa y tiene acción lipolítica y cetogénica.
  • ACTH: produce fosforilasa que, a su vez, estimula la glucogenólisis (degradación de glucógeno) y la formación de glucosa-6-fosfato.
    En glándulas suprarrenales se producen las siguientes adaptaciones:
  • Aumento de catecolaminas que inhiben la captación de glucosa por el músculo y acentúan la lipólisis.
  • Aumento de glucocorticoides que aceleran la liberación de aminoácidos a partir de las proteínas en el hígado.
    Los ácidos grasos libres obtenidos mediante esta oxidación de triglicéridos se emplean, una parte en la producción de calor y otra en la producción de Acetil CoA en el hígado. Y, a su vez, este AcetilCoA es transformado en cuerpos cetónicos, lo que produce acidosis metabólica.
    En la tercera fase el ayuno debe concluirse pues es una fase en la que el organismo ha acabado prácticamente todas sus reservas. En esta fase es en la que se comenzaría a degradar la proteína muscular y hepática, llevando a una desnutrición perjudicial para el organismo.
    Tenemos varios tipos de ayuno, un ayuno corto de 14/16/20 horas, como es el ayuno intermitente, y un ayuno largo. Este último tipo de ayuno sería el que tendría lugar si se completan las tres fases y el resultado sería una desnutrición severa.
    En la siguiente imagen resumimos los efectos de ayuno de 14/16 horas, es decir, un ayuno intermitente en el metabolismo.

¿Cómo rompemos este ayuno?


La primera comida después del ayuno es especialmente importante. En un ayuno corto no se dan adaptaciones fisiológicas muy marcadas, pero sí que disminuye la secreción de enzimas digestivas debido al período que hemos estado sin ingerir alimentos. Además, la glucemia en sangre ha bajado y no es conveniente elevarla bruscamente.


Por tanto, después del ayuno de 14-16h debemos evitar comida ultraprocesada o con alta carga glucémica. Lo óptimo sería escoger hacer una comida ligera que incluya una porción de grasa, una porción de proteína e incluso algún hidrato de carbono de bajo índice glucémico. También es muy recomendable acompañar la comida de piña o papaya debido a que son frutas que contienen enzimas digestivas como la papaína. Es mejor escoger carne blanca y si incluimos verduras es recomendable que estén cocinadas par facilitar la digestión. En el caso de incluir verdura también es una buena opción aliñarla con vinagre de manzana que, por su contenido en ácido acético, también nos ayudará a una mejor digestión.


Como conclusión, el ayuno intermitente (de 14-16 horas) tiene diversos beneficios aplicables a personas que realizan cierto tipo de ejercicio físico, por las adaptaciones que produce en el metabolismo. Sin embargo, como cualquier herramienta, un ayuno prolongado en el tiempo es perjudicial y peligroso para la salud. Además, es esencial que al realizar este tipo de prácticas exista la supervisión de una persona formada y titulada con conocimientos bioquímicos. Tengamos en cuenta que el metabolismo de cada individuo es diferente… sería un error pensar que todas las personas responderían de la misma manera a este tipo de práctica.

Ana María Amante Gregorio

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EJERCICIO FÍSICO Y METABOLISMO: Autofagia y ayuno intermitente.

¿Alguna vez has escuchado el término de autofagia?

La autofagia es un proceso de reciclaje que ocurre en todas las células y que permite degradar, dentro de los lisosomas, componentes celulares dañados o prescindibles (células que están funcionando mal, estructuras aberrantes, ciertos orgánulos que pueden estar teniendo fallos en su funcionamiento, residuos celulares…). Se trata de una respuesta esencial al ayuno nutricional que se desarrolla para poder adaptarnos a situaciones de estrés celular que pueda haber en el organismo y es un proceso esencial para la homeostasis del organismo.

La AUTOFAGIA ocurre mediante el siguiente procedimiento.

1) Se forma en el citoplasma una vesícula de doble membrana llamada autofagosoma.

2) Esta doble membrana «engulle» los componentes celulares a reciclar.

3) El autofagosoma se fusiona con un lisosoma, un orgánulo que contiene enzimas capaces de «digerir» estos componentes celulares dañados que se deben eliminar.

4) El material se degrada en pequeños componentes que vuelven a la célula como fuente de energía. Es importante destacar que al degradar estos componentes, también se obtiene materia prima para producir, por ejemplo, otras proteínas u otros orgánulos nuevos y útiles (proceso de reciclaje).

Proceso de autofagia.

¿Cómo se promueve la autofagia en el organismo?

Hay muchas herramientas que podemos utilizar para promover la autofagia, pero las más destacadas son el ayuno intermitente y el ejercicio físico de alta intensidad, así como la actividad física en ayunas.

Ayuno intermitente: se considera ayuno a partir de las 12-13 horas sin comer. Y además de promover la autofagia mejora la sensibilidad a la insulina y la secreción de hormona de crecimiento. Sin embargo ayunos demasiado largos podría elevar el cortisol y hacer que entremos en procesos de neoglucogénesis con la consiguiente degradación de masa muscular.

Entrenamientos de alta intensidad: consisten en 20-25 minutos de ejercicios funcionales en los que se elevan las pulsaciones y se activa el sistema nervioso simpático. Además de promover la autofagia tienen otros muchos beneficios. ¿Sabíais que este tipo de entrenamiento aumenta la oxidación de grasas después del ejercicio? 😉

Control de los macronutrientes: es necesario un conteo calórico que favorezca cierto déficit en las calorías ingeridas para que pueda darse la autofagia en el organismo.

Dietas bajas en carbohidratos. En este punto quiero destacar que estas dietas solo benefician nuestro metabolismo durante cortos períodos de tiempo.

Actividad del sistema nervioso simpático: todo lo que promueve la actividad del mismo promueve la autofagia también. Algunas de las herramientas que lo activan son la actividad física en ayunas porque favorece la liberación de catecolaminas ( adrenalina y noradrenalina).

Suplementos: hay ciertos suplementos que pueden ayudarnos un poquito a promover la autofagia como el café o té en ayunas o el aminoácido L-tirosina. También sensibilizadores a la insulina como la berberina y el ácido alfa-lipoico. Sin embargo, la base de todo y las herramientas que mayor impacto pueden tener son el ayuno intermitente y el ejercicio de alta intensidad.

BENEFICIOS DE LA AUTOFAGIA:

Desintoxicación y eliminación de residuos tóxicos en el organismo derivados de la nutrición y la exposición a fármacos y disruptores hormonales tales como el bisfenol A así como de estructuras celulares defectuosas.

Inmunomodulación: la autofagia mejora el funcionamiento del sistema inmunitario.

Mejoras en procesos inflamatorios como es la inflamación crónica de bajo grado. Disminución de las citocinas asociadas con esta inflamación.

Acelera el metabolismo y promueve un uso más eficiente de las reservas de grasa como fuente de energía.

Beneficios a nivel gastrointestinal : el propio ayuno intermitente mejora problemas de permeabilidad intestinal, fermentaciones, colon irritable, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y otras muchas patologías asociadas al sistema digestivo y mejora la absorción de nutrientes.

– Mejora del rendimiento muscular: favorece el reciclaje que necesita el sistema muscular para eliminar los residuos celulares que se producen cuando hacemos ejercicio. Se produce la activación de células madre satélite que existen alrededor de nuestras células musculares y promueve que se produzcan más células musculares, por lo que favorece la hipertrofia muscular.

Mejora la sensibilidad a la insulina.

Previene el envejecimiento porque la longitud de los telómeros se acorta más lentamente. Así mismo, la pérdida de GH, DHEA, y testosterona (hormonas) es menor con el paso de los años.

Mejora el funcionamiento de las mitocondrias y favorece su biogénesis.

PROBLEMAS DERIVADOS DE LA AUTOFAGIA:

Como cualquier herramienta que en un principio debe de ser beneficiosa, la autofagia mal gestionada o llevada al extremo puede causarnos problemas de salud.

-La autofagia llevada al extremo puede causar catabolismo muscular. Para compensar exceso de actividad se libera cortisol que moviliza aminoácidos del sistema muscular para producir glucosa. Se produce neoglucogénesis muscular.

Alteraciones en el metabolismo: un proceso de autofagia alargado en el tiempo provoca como hemos dicho una liberación excesiva de cortisol, la tasa metabólica basal (gasto calórico en reposo en 24 horas) disminuye, entre otras alteraciones que puede provocar.

-Produce una alerta a nivel endocrino, nervioso y emocional conlleva una elevación de prolactina sobre todo en mujeres. Esto tiene como consecuencia que la TSH se eleve y la T3 disponible en sangre disminuya, con lo cual, el metabolismo se acaba ralentizando mucho y esto puede ser un problema.

-A largo plazo la autofagia también produce que los niveles de dopamina sean bajos. La persona sufrirá altibajos emocionales y desequilibrios en el sistema nervioso y emocional.

-La hipófisis no libera RH (hormona liberadora de gonadotropina), que es la encargada de activar el testículo en hombres y el ovario en mujeres para liberar hormonas sexuales con los problemas que esto conlleva.

Como podemos ver, la autofagia es un proceso fisiológico que cumple una función muy importante y necesaria en nuestro organismo y, fomentar esta autofagia en determinados períodos de tiempo, puede aportarnos grandes beneficios. Sin embargo, fomentarla durante períodos de tiempo largos o en momentos en los que no es necesario puede traernos importantes problemas.

El cuerpo humano es bioquímica y constante equilibrio. No hay procesos » buenos» ni »malos» sino que todos son importantes y necesarios para su correcto funcionamiento.

Ana María Amante Gregorio

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¿Agujetas? Qué dolor… Parte II

¡Buenas noches a todxs lxs lectorxs de Transforma-T!

Como bien habéis podido leer en el título, esta es la segunda parte o la continuación de la publicación del domingo pasado 2 de febrero. Si todavía no habéis leído la primera parte, os invito a que vayáis al post: “¿Agujetas? Qué dolor… Parte I” para que podáis seguir el hilo de este.

Para las personas que ya hayan leído la primera parte de este tema, vamos a empezar ya con el asunto. Os preguntaréis por qué hay una segunda parte de esta publicación, si en la primera quedó “claro” por qué se producían bioquímicamente las agujetas.

¿Y si yo ahora os digo que lo explicado en la primera parte no es del todo cierto?

En primer lugar, quiero decir que una de las labores de un/a científicx es estar al día sobre los avances en la ciencia, contrastar y analizar resultados y datos obtenidos… Esta es la esencia de esta segunda parte.

La primera idea plasmada en la publicación “¿Agujetas? Qué dolor… Parte I” es una de las primeras hipótesis que se tenían sobre la causa a nivel del metabolismo celular de las agujetas. Sin embargo, hay numerosas evidencias científicas que llevan a dejarla un poco de lado.

– En primer lugar, una de las evidencias demuestra que la eliminación del lactato celular es lo suficientemente eficaz como para que este no se acumule en grandísimas cantidades.

– En segundo lugar, no se han observado nunca al microscopio los cristales de lactato que producirían las microrroturas celulares.

– Por último, existen personas con una enfermedad denominada enfermedad de McArdle, patología que se caracteriza por la incapacidad de descomponer el glucógeno (fuente de energía) por una deficiencia enzimática. En este caso, estas personas no producirían ácido láctico durante un ejercicio físico intenso, pero aún así experimentarían dolor.

Estas tres evidencias proponen que la causa de las agujetas no es la acumulación de una gran cantidad de ácido láctico que cristaliza, dando lugar a roturas celulares. Entonces, ¿cuál es la causa de las agujetas?

Os explico, aunque todavía no se conoce la causa exacta, existe una teoría que es la más aceptada por la comunidad científica. Esta teoría postula que el dolor producido después de un ejercicio físico intenso se debe a roturas de las fibras musculares (células del músculo) causadas por el propio ejercicio físico en sí, es decir, causadas por el esfuerzo al que se someten las células del músculo durante este ejercicio. Este “exceso de trabajo” es el que causaría el dolor y la hinchazón que caracterizan a las agujetas.

Aún así, existen otras teorías más o menos aceptadas… ¿Qué os parece?

Ya para finalizar con esta publicación, lo que me gustaría resaltar es el hecho de que unx científicx siempre está en continuo proceso de aprendizaje, siempre hay algo nuevo sobre lo que investigar, siempre hay algo nuevo que descubrir. Además, la comunidad científica está compuesta por muchísimas personas, que al igual que nosotrxs, se dedican a trabajar e investigar para conocer una gran variedad de aspectos de la ciencia. Valorar y conocer el trabajo de los demás nunca sobra ¿verdad?

Manuela Giraldo Acosta.

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¿Agujetas? Qué dolor… Parte I.

¡Buenas noches queridxs lectores de Transforma-T! Como ya se comentó en redes sociales, esta primera semana del mes de febrero comenzamos con un nuevo bloque: EL EJERCICIO FÍSICO. Como ya sabéis, este Blog esta hecho con el fin de comentar la parte científica de los distintos aspectos del cuidado personal, y eso es lo que voy a hacer con este post.

Habréis oído hablar o habréis leído en muchas partes que el ejercicio físico tiene muchísimos aspectos positivos y beneficios para la salud, por lo tanto, es fácil deducir que el practicarlo mejorará nuestra salud. Este es uno de los temas que tocaré en este nuevo bloque, pero no será en este post. Esto os llevará a preguntaros: ¿de qué va a hablar entonces en este post?

Pues bien, os voy a contar un poquito sobre mi: cuando yo empecé a practicar ejercicio físico de una forma consciente, y digo consciente porque lo he practicado desde pequeña, pero en ese entonces era como un juego, lo primero que se me vino a la cabeza fueron las agujetas de después

¡Creo que dicho esto ya sabréis por donde voy a ir con el tema de la publicación!

Muchas personas que realizan ejercicio físico habitualmente interpretan las agujetas como sinónimo de buen entrenamiento, e incluso, sienten cierto placer cuando estas aparecen. ¿Es irónico no? Como una sensación dolorosa se puede convertir en placentera… Pero bueno, la cuestión fundamental aquí es: ¿Qué son las agujetas y cómo se producen?

Empecemos pues a adentrarnos en el meollo del asunto:

En primer lugar, hay que tener en cuenta unas nociones básicas de cómo funciona el metabolismo en el cuerpo cuando se hace ejercicio. Al realizar una actividad física, las células consumen energía y la obtienen fundamentalmente mediante un conjunto de procesos denominados respiración celular. Por lo tanto, la respiración celular se podría definir como el conjunto de procesos bioquímicos mediante los cuales moléculas orgánicas son degradadas, proporcionando energía que será utilizada por la célula. La obtención de energía por parte de la célula se puede realizar de dos maneras: mediante respiración celular aeróbica, es decir, en presencia de oxígeno, y mediante fermentación, es decir, en ausencia de oxígeno.

Hablando de manera general, la respiración celular aeróbica sería la forma habitual que usaría la célula para obtener energía. Sin embargo, hay ciertas condiciones en las que no se usa y, por lo tanto, pasaría a ser la fermentación la forma de obtención de energía.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cuáles son esas condiciones?

Como he comentado, la fermentación se da en ausencia de oxígeno, por lo tanto, esta será la forma de obtención de energía en todas las situaciones en las que la llegada de oxígeno a la célula sea insuficiente, por ejemplo, en caso de realizar ejercicio físico intenso o durante un periodo prolongado de tiempo.

¡Aquí viene la ciencia de las agujetas!

Durante la fermentación, entre los productos que se obtienen se encuentran la energía para la célula, pero además, moléculas como el lactato. Cuando se produce una gran cantidad de lactato mediante este proceso metabólico, lo que ocurre es que se acumula en el interior celular y pasado un tiempo pasa a formar cristales. Estos últimos, producen lesiones en las células musculares, inflamación, y, si entran en contacto con los nervios, dolor. Esta sensación de dolor muscular es lo que denominamos coloquialmente agujetas.

En la parte superior de la imagen se observa el proceso mediante el cual se obtiene el precursor, el piruvato, que se usa en la fermentación láctica: la glucólisis.

En la parte inferior de la imagen se observa el proceso mediante el cual tiene lugar la fermentación del piruvato para dar lugar al ácido láctico o lactato.

Como en todas las publicaciones, aquí os dejo el dato para lxs más curiosxs: el uso de la fermentación y la producción de lactato no es un proceso único de los humanos. Existen bacterias que usan la producción de ácido láctico como forma de obtención de energía. Se denominan: bacterias del ácido láctico o bacterias lácticas. Estas bacterias tienen una gran importancia a nivel industrial, ya que se usan en el ámbito alimentario para la fermentación de leche, carne, vegetales etc, con el fin de darle ciertas propiedades organolépticas a los alimentos.

Imagen de Lactobacillus bulgaricus, una de las especies que se engloban en el grupo de bacterias lácticas.

Y ya para despedirme hasta el domingo que viene, como siempre digo, la química y la bioquímica son herramientas fundamentales para conocer muchísimos aspectos de nuestra vida diaria, así que dejad que os cautiven y disfrutad del conocimiento que estas proporcionan.

Manuela Giraldo Acosta.

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¡Enserio, no es brujería!

El otro día, mirando vídeos en redes sociales, hubo uno que llamó particularmente mi atención: las uñas de una mujer que estaban pintadas, al tocar el agua, ¡cambiaban de color! ¿Qué clase de “brujería” es esta?

Como “buena futura científica” comencé la investigación…

La primera cuestión que uno se plantea es: ¿Por qué agua?

Resulta, queridos lectores, que la base de esta transformación no es el agua, sino la temperatura de esta. A medida que sube o baja la temperatura del agua con la que se mojan las uñas pintadas con estos esmaltes, la tonalidad va cambiando.

La siguiente pregunta que se podría plantear es: ¿Qué es de lo que están compuestos estos pintauñas que es sensible a la temperatura?

Pues bien, os comento, que existen moléculas, denominadas moléculas termocrómicas, que no son más que moléculas que cambian su color cuando varía la temperatura… Lo digo como si fuera poco, pero en realidad, este asunto tiene tela. El hecho de que estas moléculas tengan esta capacidad, se debe a su estructura química, es decir, a cómo se enlazan los átomos que las componen.

Finalmente, la última pregunta que surgió en mi mente fue: ¿Cómo ocurre este proceso? Y, no sé a vosotros, pero lo primero que se me vino a la cabeza fue un camaleón, así que decidí leer también sobre estos animales. Ya sabéis que toda información que se pueda recopilar es buena, y que “la curiosidad no mató al gato, sino que lo hizo avanzar tanto en el mundo del conocimiento que ya no se veía de lo lejos que llegó”.

Pues me alegra deciros que, los camaleones cambian de color por varios factores, entre los cuales está el cambio de temperatura. Sin embargo, el proceso en estos animales es un poco más complejo que en los productos de los que estamos hablando aquí…

En resumidas cuentas, lo que ocurre es que, cuando las moléculas del esmalte (moléculas termocrómicas) entran en contacto con el agua en un rango de temperatura determinado (más fría o más caliente), se produce un cambio en la conformación de estas moléculas (cambio en la orientación en el espacio de sus enlaces químicos). Este cambio en la disposición espacial, lo que permite es que absorba un determinado rango de luz, distinto al que absorbía antes del cambio de temperatura. De este modo, nosotros en un primer momento vemos un color, y después otro. ¡Ojo! La luz que absorbe la molécula no es la que nosotros vemos, sino que nosotros vemos justo la que no absorbe (luz del espectro visible). ¿No os resulta interesante?

Sinceramente, este proceso es un poco complejo, pero apasionante… Sólo hay que tener muchas ganas de conocer cosas nuevas.

Para ir acabando, si habéis leído otros de los posts de Transforma-T, sabréis que me gusta incluir un “dato para lxs más curiosxs”…

¡Pues aquí va!

Además de las moléculas termocrómicas, existen otras moléculas que cambian de color pero por otros factores que no son la temperatura. Entre ellas destacan moléculas que cambian de color en función de la luz, y se denominan cromóforos. Aunque sean palabras que puede que no hayáis visto nunca, las moléculas las tenéis muy cerca, más de lo que pensáis. En vegetales, existen cromóforos que forman parte de los pigmentos que dan color a las plantas.

Como siempre digo, la química y la bioquímica pueden ayudarnos a resolver muchas cuestiones de nuestra vida diaria y, lo que es más importante, a llegar al sitio donde está ese famoso gato tan curioso o, incluso, más lejos de lo que él llegó.

Manuela Giraldo Acosta.